Oswaldo Escobar Velado (Santa
Ana; 11 de septiembre de 1919 - San Salvador; 15 de julio de 1961) fue un poeta
y abogado salvadoreño.
Sus padres fueron Don Simón
Escobar Vides y María Velado de Escobar, logró el grado de Bachiller en el
Externado San José de San Salvador; y el de Doctor en Jurisprudencia y Ciencias
Sociales de la Universidad de El Salvador.
Colaboró en la radio YSP y en
El Diario de Hoy.
Por su intensa actividad
política e intelectual en contra de los gobiernos de la época, hecho que le
valió ser exiliado en Costa Rica y Guatemala en el año 1944 y 1945. Su trabajo
es de corriente social, y además formó parte del llamado GRUPO SEIS.
a través del conocido grupo
de los seis, que se opuso fuertemente al gobierno dictatorial de Maximiliano H.
Martínez. Esto le provocó el destierro, que lo llevó al suelo guatemalteco
durante un año, y luego a Costa Rica. Velado luchó activamente por conseguir
que los países centroamericanos unieran sus fuerzas, un ideal que ha movido a
muchos intelectuales, aunque sin éxito hasta el momento. Pasó sus últimos años
padeciendo un cáncer que no logró superar.
REGALO PARA EL NIÑO
Te regalo una paz iluminada.
Un racimo de paz y de
gorriones.
Una Holanda de mieses
aromada.
Y Californias de melocotones.
Un Asia sin Corea
ensangrentada.
Una Corea en flor, otra en
botones.
Una América en frutos
sazonada.
Y un mundo azúcar de melones,
Te regalo la paz y su flor
pura.
Te regalo un clavel
meditabundo
para tu blanca mano de
criatura.
Y en tu sueño que tiembla
estremecido
hoy te dejo la paz sobre tu
mundo
de
niño, por la muerte sorprendido
Esta es mi Patria:
un montón de hombres;
millones
de hombres; un panal de
hombres
que no saben siquiera
de donde viene el semen
de sus vidas
intensamente amargas.
Esta es mi Patria:
un río de dolor que va en
camisa
y un puño de ladrones
asaltando
en pleno día
la sangre de los pobres.
Cada Gerente de las Compañías
es un pirata a sueldo; cada
Ministerio del Gobierno
Democrático
un demagogo
que hace discursos y que el
pueblo
apenas los entiende.
Ayer oí decir a uno de esos
técnicos
expertos en cuestiones
económicas; que todo
marcha bien; que las divisas
en oro de la patria
iluminan las noches
de Washington; que nuestro
crédito
es maravilloso; que la
balanza
comercial es favorable; que
el precio
del café se mantendrá
como un águila ascendiendo y
que somos
felíz que vive y canta.
Así marcha y camina la
mentira entre nosotros.
Así las actitudes de los
irresponsables.
Y así el mundo ficticio donde
cantan
como canarios tísicos,
tres o cuatro poetas,
empleados del Gobierno.
Digan, griten, poetas del
alpiste.
Digan la verdad que nos
asedia.
Digan que somos un pueblo
desnutrido.
Que la leche y la carne se la
reparten
entre ustedes
después que se han hartado
los dirigentes de la cosa
pública.
Digan que el rábano no llega
hasta las mesas pobres; que
diariamente
mueren cientos sin asistencia
médica
y que hay mujeres que dejan
la uva de su vientre
a plena flor de calle.
Digan que somos lo que somos
un pueblo doloroso,
un pueblo analfabeto,
desnutrido y sin embargo
fuerte
porque otro pueblo ya se
habría muerto.
Digan que somos, eso sí, un
pueblo excepcional
que ama la libertad muy a
pesar del hambre
en que agoniza.
Yo grito, afirmo y aseguro:
En todas partes donde vivo,
el cerro.
En todas partes donde canto,
el hambre
El hambre y el dolor junto a
los hombres.
La miseria golpeándoles la
vida
hasta quebrar el barro mas
cocido del alma.
Y a ésto amigo se le llama
Patria
y se le canta un himno
y hablamos de ella como cosa
suave,
como dulce tierra
a la que hay que entregar el
corazón hasta la muerte.
Mientras tanto al occidente
de la casa que ocupo
hay una imagen encaramada en
el mundo
(¡mayor razón para que viera
claro!)
y allá junto a sus pies de
frío mármol
una colonia alegre
se va en las tardes
cantando, a los cinemas
Bajo la sombra de "El
Salvador del Mundo"
se mira el rostro de los
explotadores.
Sus grandes residencias con
sus ventanas que cantan.
La noche iluminada para besar
en Cadillac
a una muchacha rubia.
Allá en el rostro de la
Patria, un gran dolor
nocturno: allá y yo con
ellos, están los explotados.
Los que nada tenemos como no
sea un grito
universal y alto para
espantar la noche.
Allá las mesa de pino; las
paredes
húmedas; las pestañas de las
tristes candelas;
la orilla de un marco de
retrato
apolillado; los porrones
donde el agua canta; la
cómoda
dende se guardan las boletas
de empeño; las desesperadas
camisas; el escaso pan junto
a los Lunes
huérfanos de horizontes; el
correr
de los amargos días ; las
casas
donde el desahucio llega y
los muebles
se quedan en la calle
mientras los niños y las
madres lloran.
Allá en todo ésto, junto a
todo ésto,
como brasa mi corazón
denuncia al apretado mundo
la desolada habitación del
hombre que sostiene
el humo de las fábricas.
Esta es la realidad.
Esta es Mi Patria: 14
explotadores
y millones que mueren sin
sangre en las entrañas.
Esta es la realidad.
Yo no callo aunque me cueste
el alma!
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