domingo, 4 de octubre de 2015

Oswaldo Escobar Velado

Oswaldo Escobar Velado (Santa Ana; 11 de septiembre de 1919 - San Salvador; 15 de julio de 1961) fue un poeta y abogado salvadoreño.


Sus padres fueron Don Simón Escobar Vides y María Velado de Escobar, logró el grado de Bachiller en el Externado San José de San Salvador; y el de Doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.

Colaboró en la radio YSP y en El Diario de Hoy.

Por su intensa actividad política e intelectual en contra de los gobiernos de la época, hecho que le valió ser exiliado en Costa Rica y Guatemala en el año 1944 y 1945. Su trabajo es de corriente social, y además formó parte del llamado GRUPO SEIS.


a través del conocido grupo de los seis, que se opuso fuertemente al gobierno dictatorial de Maximiliano H. Martínez. Esto le provocó el destierro, que lo llevó al suelo guatemalteco durante un año, y luego a Costa Rica. Velado luchó activamente por conseguir que los países centroamericanos unieran sus fuerzas, un ideal que ha movido a muchos intelectuales, aunque sin éxito hasta el momento. Pasó sus últimos años padeciendo un cáncer que no logró superar.

REGALO PARA EL NIÑO

Te regalo una paz iluminada.
Un racimo de paz y de gorriones.
Una Holanda de mieses aromada.
Y Californias de melocotones.

Un Asia sin Corea ensangrentada.
Una Corea en flor, otra en botones.
Una América en frutos sazonada.
Y un mundo azúcar de melones,

Te regalo la paz y su flor pura.
Te regalo un clavel meditabundo
para tu blanca mano de criatura.

Y en tu sueño que tiembla estremecido
hoy te dejo la paz sobre tu mundo
de niño, por la muerte sorprendido

Esta es mi Patria:
un montón de hombres; millones
de hombres; un panal de hombres
que no saben siquiera
de donde viene el semen
de sus vidas
intensamente amargas.

Esta es mi Patria:
un río de dolor que va en camisa
y un puño de ladrones
asaltando
en pleno día
la sangre de los pobres.
Cada Gerente de las Compañías
es un pirata a sueldo; cada
Ministerio del Gobierno Democrático
un demagogo
que hace discursos y que el pueblo
apenas los entiende.

Ayer oí decir a uno de esos técnicos
expertos en cuestiones
económicas; que todo
marcha bien; que las divisas
en oro de la patria
iluminan las noches
de Washington; que nuestro crédito
es maravilloso; que la balanza
comercial es favorable; que el precio
del café se mantendrá
como un águila ascendiendo y que somos
felíz que vive y canta.

Así marcha y camina la mentira entre nosotros.
Así las actitudes de los irresponsables.
Y así el mundo ficticio donde cantan
como canarios tísicos,
tres o cuatro poetas,
empleados del Gobierno.

Digan, griten, poetas del alpiste.
Digan la verdad que nos asedia.
Digan que somos un pueblo desnutrido.
Que la leche y la carne se la reparten
entre ustedes
después que se han hartado
los dirigentes de la cosa pública.

Digan que el rábano no llega
hasta las mesas pobres; que diariamente
mueren cientos sin asistencia médica
y que hay mujeres que dejan
la uva de su vientre
a plena flor de calle.

Digan que somos lo que somos
un pueblo doloroso,
un pueblo analfabeto,
desnutrido y sin embargo fuerte
porque otro pueblo ya se habría muerto.

Digan que somos, eso sí, un pueblo excepcional
que ama la libertad muy a pesar del hambre
en que agoniza.

Yo grito, afirmo y aseguro:
En todas partes donde vivo, el cerro.
En todas partes donde canto, el hambre
El hambre y el dolor junto a los hombres.
La miseria golpeándoles la vida
hasta quebrar el barro mas cocido del alma.

Y a ésto amigo se le llama Patria
y se le canta un himno
y hablamos de ella como cosa suave,
como dulce tierra
a la que hay que entregar el corazón hasta la muerte.
Mientras tanto al occidente de la casa que ocupo
hay una imagen encaramada en el mundo
(¡mayor razón para que viera claro!)
y allá junto a sus pies de frío mármol
una colonia alegre
se va en las tardes
cantando, a los cinemas

Bajo la sombra de "El Salvador del Mundo"
se mira el rostro de los explotadores.
Sus grandes residencias con sus ventanas que cantan.
La noche iluminada para besar en Cadillac
a una muchacha rubia.

Allá en el rostro de la Patria, un gran dolor
nocturno: allá y yo con ellos, están los explotados.
Los que nada tenemos como no sea un grito
universal y alto para espantar la noche.

Allá las mesa de pino; las paredes
húmedas; las pestañas de las tristes candelas;
la orilla de un marco de retrato
apolillado; los porrones
donde el agua canta; la cómoda
dende se guardan las boletas
de empeño; las desesperadas
camisas; el escaso pan junto a los Lunes
huérfanos de horizontes; el correr
de los amargos días ; las casas
donde el desahucio llega y los muebles
se quedan en la calle
mientras los niños y las madres lloran.

Allá en todo ésto, junto a todo ésto,
como brasa mi corazón
denuncia al apretado mundo
la desolada habitación del hombre que sostiene
el humo de las fábricas.

Esta es la realidad.

Esta es Mi Patria: 14 explotadores
y millones que mueren sin sangre en las entrañas.

Esta es la realidad.

Yo no callo aunque me cueste el alma!

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